sábado, abril 21

Érase una vez…


Una de las más bonitas que tiene el que Naia duerma solita en su cama, es la rutina que eso conlleva. Después del baño va la cena, lavado de dientes, y el cuento, todo seguidito

Muchos psicólogos y médicos (entre los que esta el doctor Estivill) recomiendan leer un cuento de antes de dormir, para relajar al niño y hacer una rutina diaria. Yo creo que es una idea muy buena que sigo desde que Naia tiene su propia habitación, y que ha ayudado a crear el hábito de sueño.

Ella ya tiene unas manías, así como se puede lavar los dientes o cenar con cualquiera de nosotros, se tiene que bañar con aita y el cuento se lo tiene que contar amatxu. Y a mi me encanta porque siempre me han gustado los cuentos. De pequeña mi madre me contaba todos los días alguno y siempre he tenido muchos en casa. Recuerdo como en preescolar dejaba sin hacer la ficha, para ser la primera en elegir un cuento distinto cada día, hasta que me pillo la señorita claro, jeje...

El caso que Naia es aficionadísima también. Muchas veces cuando empieza a tener sueño nos recuerda que hay que ir a contar el cuento. Yo no se los leo literalmente, porque aun es muy pequeña y se aburriría, sino que hago un resumen de las imágenes, añadiendo cada día un detalle nuevo. Ella mira muy atenta todo, pregunta cosas y cuando ya se lo sabe bien, soy yo la que le pregunto a ella sobre las imágenes que vemos. Es increíble, a veces solo le he dicho una vez una palabra o una frase y para el siguiente día ya se ha quedado con ella.

Sus cuentos favoritos son todos de Disney. Al principio solo le gustaba el de los Dálmatas (aguaguas), pero luego le fui enseñando más cuentos como, “Buscando a Nemo”, “El Rey León”, y Dumbo, que es su cuento favorito, porque le hace mucha gracia que un elefante vuele (y a quien no!). Sus últimos descubrimientos han sido Alicia en el País de las Maravillas y Winnie de Pooh.

Y tiene cada ocurrencia... A veces compara personajes de los cuentos con gente que conoce. Lo mejor de todo es que comparó a un amigo nuestro (al que encima ella llama el “chalao”) con Rafiqui, el mono del Rey León. Estuvimos como 10 minutos que no podíamos parar de reírnos, porque el mono agraciado no es, pero algo si se parecen!!

“Leemos” todas las noches 3 o 4 cuentos, porque ella no se aburre nunca. Cuando le digo que ya es el último siempre dice con vocecita melosa, otro cuento”, a mí me da pena y siempre hay uno más “venga, este el último de verdad ¿vale?”


Feliz fin de semana a tod@s

1 comentario:

marijaia_bilbao dijo...

Preciosa costumbre de cariño e intimidad con tu hija... En mi caso mi padre era quien nos leía, y si no, nos ponían un vinilo de Disney. Todavía me se los diálogos de memoria.