lunes, agosto 28

"El pueblo"

Este largo fin de semana hemos estado en el “pueblo”. Hacia 8 años, desde que falleció mi abuela materna, que no iba, y pese a que en los años de mi adolescencia, odiaba tener que ir por allí, me ha encantado el reencuentro.

El pueblo de mi madre es un pueblito como el de tantos padres y abuelos, muy pequeñito y remoto. Se encuentra en la Palencia profunda, y por él parece que no ha pasado el tiempo. Muchas calles sin asfaltar, casas que parecen tener 1000 años, vacas y ovejas, olor a estiércol, riachuelos, e interminables kilómetros de campos sembrados, antes de trigo y ahora de maíz.


Además de con el pueblo me he reencontrado a parte de mi familia a la que no veía desde hace muchísimo. A una prima mía, que vive en Galicia, 10 años, a otra 4, desde mi boda. Es triste que siendo la vida tan corta tengas contadas ocasiones para ver a los tuyos. Hemos prometido que no tengan que pasar tantos años para volver a vernos, pero, siendo realistas, probablemente la próxima vez, pasaran los mismos años, sino más.

Como os podréis imaginar, mi madre, ha ido todo orgullosa presentando a su nieta a sus paisanos. “Es la viva imagen de tu hija de pequeña”, decían todos... Naia a su vez ha disfrutado mucho, como lo hace cada vez que va a un sitio nuevo y conoce a gente nueva. Eso sí, parece que ha venido de la guerra, toda marcada la pobre. Si no se caía en una piedra, se caía en un rosal, pero como dice mi prima Carmen, los arañazos y rasponazos son la seña de identidad de todo niño que viene al pueblo.

También me han venido recuerdos de mi más tierna infancia, cuando aun me encantaba ir. Correr por las calles, jugar con mis primos, escaparnos al pueblo de al lado, ir a pescar y destripar renacuajos (que asco), bañarnos en el río, ir a las eras con los niños del pueblo... Son tantos los recuerdos...

Me habría encantado ver a mas gente de entonces, pero a casi todos les pasaba como a mí, ya no van por el pueblo. A la gente joven se le ha quedado pequeño. La verdad que es una pena. Ahora me doy cuenta de todo lo que me he perdido todos estos años. Es un pueblo de mala muerte si, pero en él están mis orígenes y mis raices. Ahora soy consciente de que no solo mi madre, sino que interminables generaciones de sus antepasados han vivido allí durante siglos. Y después de tantos años, al fin lo he sabido valorar.

Un abrazo,
Amatxu de Miribilla.

1 comentario:

Anónimo dijo...

que bien lo hemos pasado en estos pueblos de burgos, palencia,... aunque segun nos vamos haciendo mayores vamos menos. en cuanto se haga mayor mi hijo, volveré en verano.